Aparte del estrés, dejamos los problemas al caos de la gran ciudad. Para aquellos que están hartos de todos estos edificios, cemento y gris por todas partes, hay una fabulosa casa de campo ubicada en su propio bosque privado en el corazón de la Toscana, a tiro de piedra del mar. Estamos en Monteverdi Marítimo y el olor a pan fresco es palpable cuando entramos en el histórico pueblo típicamente encaramado en la colina en coche, un olor que nos acompaña en el camino a través del bosque hacia la casa, donde se une al de la ropa tendida en el porche, donde nuestros viejos amigos o familiares disfrutan de un café y finalmente pensamos que no queríamos nada más de la vida. El café finalmente es solo un placer para disfrutar, no un estímulo continuo para permanecer despierto.
Esta es la casa con la que has soñado toda la vida, toda en planta baja, sin ascensor que se estropee y con interminables tramos de escaleras, una gran cocina para reunir a la familia en Navidad o Semana Santa, recibir a los amigos en una primavera espléndida. días, por no hablar de la posibilidad de cultivar los propios productos agrícolas, frutas, verduras, si queremos un gallinero para nuestros huevos de kilómetro cero. Aquí podrás deleitarte con todas las recetas recopiladas a lo largo de los años y que nunca tuviste tiempo de probar... sin mencionar la zona de barbacoa rodeada de agaves y pinos.
Aparte de la tierra, aquí tenemos un verdadero feudo con un bosque en todos los aspectos. Aquí domina nuestra casa de campo con su veranda de cine, buena arquitectura con dos habitaciones dobles luminosas y acogedoras, una gran sala de estar que incluye una sala de estar y una cocina en un solo espacio abierto con un toque moderno y un gran garaje, todo curso en el más alto nivel de privacidad posible.
Eso sí, con una pequeña modernización puramente estética y superficial, por ejemplo aclarando muebles y suelos o incluso simplemente el color trabajando en tonalidades más claras, daría un verdadero punto de inflexión a esta masía para los amantes del estilo moderno, mientras aquellos que aprecian la autenticidad y la autenticidad de la tradición aquí en el clásico toscano es un tiro seguro.
No sería tan malo despertar un día y no pensar en tal o cual problema, quizás inducido por un chirrido de un auto o una pelea entre vecinos. Aquí reina el silencio, la paz y la serenidad. Lo que muchos queremos y que siempre ha sido el sueño de todos nosotros: tener un lugar que realmente podamos, y lo recalco mucho, llamar nuestro. No más ciudades, clientes, burocracias, perder el tiempo en el tráfico, molestar a los vecinos. Se acabaron las colas en los supermercados donde el nuestro siempre parece ser el más lento porque sucede algo inesperado, puntualmente, en cada hora sagrada. No, queremos levantarnos y recoger nuestros higos, conseguir la focaccia en el pueblo y rellenarla con el jamón local. Queremos una crema de capuchino artesanal, espesa e incomparable.
Y para los amantes de la libertad, aquí, una vez hayamos cruzado el portón de casa, nuestro camino de entrada bordeado de pinos, nuestras flores y nuestras plantas nos darán la bienvenida, no nos esperarán problemas, sino nuestro pequeño reino en el que vivir en serenidad rodeado del verde de los olivos y de la vid y del azul del cielo.